República Parlamentaria y sus antecedentes

La República Parlamentaria (1891-1925) surgió tras una intensa lucha de poder entre conservadores y liberales. Desde 1831, los conservadores dominaban Chile, pero los liberales ganaron fuerza en política, educación y cultura, organizándose en grupos como el Club de la Reforma y la Sociedad de la Igualdad.

Estas tensiones provocaron dos guerras civiles (1851 y 1859), hasta que en 1871 los liberales lograron elegir a su primer presidente, Federico Errázuriz Zañartu. La verdadera ruptura llegó con José Manuel Balmaceda (1886-1891), cuya presidencia terminó en una guerra civil que dio inicio al régimen parlamentario.

Las características principales de este periodo fueron: el predominio del Parlamento sobre el Presidente, una constante rotativa ministerial (cambios frecuentes de ministros), la inestabilidad política, el auge económico gracias al salitre y la agudización de los conflictos sociales (la cuestión social).

💡 ¿Sabías que? La guerra civil de 1891 fue la más sangrienta en la historia de Chile, con más de 10,000 muertos, y cambió completamente el sistema político del país.

El funcionamiento del Régimen Parlamentario

El régimen parlamentario surgió por una interpretación de la Constitución de 1833, donde el Congreso logró obtener más poder que el Presidente. En este sistema, los ministros ya no dependían de la confianza del presidente, sino de la mayoría del Congreso.

Los parlamentarios podían interpelar a los ministros (llamarlos a rendir cuentas) y si no quedaban satisfechos, los censuraban, obligándolos a renunciar. Esto provocaba una constante rotativa ministerial donde los gabinetes cambiaban una y otra vez, generando inestabilidad en el gobierno.

El sistema electoral estaba plagado de corrupción: se compraban votos (cohecho), se falsificaban resultados y se suplantaba a votantes. En zonas rurales, los trabajadores debían votar según las órdenes de su patrón (caciquismo), asegurando que solo personas con recursos llegaran al poder.

Los dos grandes bloques políticos —la Coalición Conservadora y la Alianza Liberal— controlaban la política desde el Congreso, mientras el presidente quedaba con poderes reducidos, incluso pudiendo ser privado del presupuesto anual si el Parlamento así lo decidía.

🔍 La rotativa ministerial fue tan extrema que durante los 34 años del periodo parlamentario, hubo más de 500 ministros, con un promedio de permanencia de apenas 3 meses en sus cargos.

La crisis del centenario

Mientras Chile celebraba 100 años de independencia en 1910, surgió un movimiento intelectual crítico que cuestionaba tanto a la oligarquía como al sistema parlamentario. Estos pensadores criticaban al liberalismo clásico por favorecer solo a las élites y olvidar a los sectores populares.

Los gobiernos parlamentarios estaban más preocupados por las celebraciones del centenario que por los problemas sociales. Inauguraron grandes obras como el Palacio de Bellas Artes y la Estación Mapocho, símbolos de modernidad, pero que no resolvían las necesidades reales de la mayoría de la población.

A pesar de todo, el período tuvo sus virtudes: se lograron acuerdos limítrofes con Bolivia y Argentina, aumentaron las libertades individuales y se desarrolló la prensa escrita. Sin embargo, los defectos fueron más significativos: las prácticas parlamentarias obstructivas, la rotativa ministerial y la incapacidad para resolver los conflictos sociales.

La sociedad chilena vivía una profunda contradicción: mientras se presumía de modernidad y progreso en las celebraciones del centenario, la mayoría de la población sufría pobreza, falta de vivienda digna y problemas de salud pública, en un sistema donde la participación política estaba restringida a unos pocos privilegiados.

📚 Durante este periodo, intelectuales como Enrique Mac Iver, Luis Emilio Recabarren y Alejandro Venegas publicaron duras críticas a la sociedad chilena, denunciando la "crisis moral" que vivía el país mientras se celebraba el centenario.

La economía salitrera y sus efectos

Entre 1890 y 1930, Chile desarrolló una economía monoexportadora basada en el salitre. Esto significaba que el país dependía principalmente de un solo producto para mantener su economía, lo que lo hacía vulnerable a los vaivenes del mercado internacional.

El auge salitrero incrementó significativamente los ingresos fiscales, permitiendo al Estado invertir en educación e infraestructura. Sin embargo, gran parte de la producción estaba en manos de empresas extranjeras, principalmente inglesas, lo que limitaba los beneficios reales para Chile.

Esta época impulsó importantes cambios: se estimuló el crecimiento económico, surgieron nuevos sectores productivos, se desarrolló el sistema financiero con la creación de la Bolsa de Comercio y el Banco de Chile, y se fundó la SOFOFA para apoyar la industria nacional. La agricultura y ganadería también crecieron para abastecer la demanda de alimentos en las zonas mineras.

Sin embargo, el auge económico provocó una masiva migración campo-ciudad, ya que muchas personas se trasladaron a las urbes buscando trabajo y mejores condiciones de vida. Esto generó una rápida urbanización que no fue acompañada de infraestructura adecuada. Los migrantes se ubicaron en la periferia de las ciudades, en zonas sin servicios básicos como alcantarillado o agua potable, creando graves problemas de salubridad.

🧪 El salitre chileno era muy valorado en todo el mundo como fertilizante y para fabricar pólvora. Su descubrimiento y exportación transformó completamente la economía del país, pero también lo hizo dependiente del mercado externo.

La sociedad chilena y sus transformaciones

A finales del siglo XIX, la sociedad chilena experimentó profundas transformaciones que definieron tres grupos sociales principales: la oligarquía, los sectores medios y los sectores populares (que incluían a campesinos y al proletariado).

La oligarquía estaba formada por terratenientes y personas enriquecidas gracias a la minería y el comercio. Representaban la élite de la época y controlaban el poder político y económico. Los sectores medios surgieron por la necesidad de contar con funcionarios y profesionales para la administración pública, mientras que el proletariado nació con el proceso de industrialización, conformando la clase obrera y trabajadora.

Aunque la riqueza salitrera mejoró la economía e infraestructura del país, también generó profundas desigualdades sociales, precarizando las condiciones de vida de los estratos más bajos. Los obreros y sus familias enfrentaban condiciones laborales y de vida muy difíciles, lo que sembró las semillas del descontento social.

El rol de la mujer también experimentó cambios importantes según su clase social. En la oligarquía, las mujeres seguían principalmente ligadas al rol doméstico. En los sectores medios, comenzaron a acceder a la educación superior, aunque sin derechos políticos. En los sectores populares, muchas mujeres se convirtieron en jefas de hogar debido a las guerras y la migración, mientras los niños ingresaban tempranamente al mundo laboral para apoyar económicamente al hogar.

👩‍🎓 En 1877 se dictó el Decreto Amunátegui, que permitió a las mujeres acceder a la universidad por primera vez en Chile. Esta fue una de las primeras grietas en el sistema tradicional que relegaba a las mujeres al ámbito privado.

La cuestión social: problemas y respuestas

La cuestión social surgió a finales del siglo XIX como consecuencia de la industrialización y urbanización descontrolada. Paradójicamente, mientras Chile vivía un auge económico gracias al salitre, la clase obrera enfrentaba condiciones de vida deplorables.

Los principales problemas incluían viviendas precarias con hacinamiento, falta de servicios básicos como agua potable y alcantarillado, propagación de enfermedades (tuberculosis, viruela), elevada mortalidad infantil, alcoholismo, prostitución y trabajo infantil. En el ámbito laboral, los obreros sufrían jornadas extensas, bajos salarios y ausencia total de derechos laborales.

Ante la indiferencia del gobierno y la élite, los trabajadores comenzaron a organizarse. Surgieron diferentes movimientos: el mutualismo (sociedades de socorros mutuos para ayudar en caso de enfermedad o muerte), el socialismo (con la creación del Partido Obrero Socialista en 1912) y el anarquismo (que promovía la acción directa mediante huelgas y sociedades de resistencia).

Las organizaciones obreras como las mutuales, cooperativas, sociedades de resistencia, mancomunales y la Federación Obrera de Chile (FOCH) lograron sensibilizar a las autoridades, que comenzaron a promulgar algunas leyes sociales. Entre 1896 y 1931 se aprobaron normas como el descanso dominical (1907), la Ley de la Silla (1914), salas cunas (1917) y el seguro obrero (1924), culminando con la promulgación del Código del Trabajo en 1931.

⚠️ La masacre de la Escuela Santa María de Iquique en 1907, donde más de 2.000 trabajadores del salitre fueron asesinados por el ejército mientras protestaban pacíficamente, se convirtió en un símbolo trágico de la cuestión social y la represión estatal frente a las demandas obreras.

Organizaciones y movilizaciones obreras

Frente a las terribles condiciones laborales y de vida, los obreros establecieron diversas formas de organización para luchar por sus derechos. El mutualismo fue una de las primeras respuestas, con sociedades que buscaban asistir a sus afiliados en caso de enfermedad o muerte, conformadas principalmente por artesanos y trabajadores.

El socialismo se consolidó con la creación del Partido Obrero Socialista en 1912, que apoyaba las medidas de fuerza como métodos de presión y consideraba que el Estado debía hacerse cargo de las problemáticas sociales. Por su parte, el anarquismo promovió la creación de sociedades de resistencia como mecanismos de organización obrera, postulando la necesidad de la acción directa a través de huelgas.

Estas organizaciones lograron sensibilizar a las autoridades, consiguiendo la promulgación de importantes leyes sociales. En 1896 se creó el Consejo Superior de Higiene Pública, en 1904 se legisló sobre habitaciones obreras, en 1907 se estableció el descanso dominical, en 1914 la Ley de la Silla, en 1917 las salas cunas, y en 1924 se regularon los contratos de trabajo y el seguro obrero.

El proceso culminó en 1931 con la promulgación del Código del Trabajo, que consolidó muchas de estas conquistas laborales. Sin embargo, estas mejoras no fueron concesiones gratuitas del Estado o los empresarios, sino el resultado de años de organización, lucha y sacrificio de la clase trabajadora chilena, que enfrentó represión y violencia en su camino hacia condiciones más dignas.

🔄 La FOCH (Federación Obrera de Chile), fundada en 1909, evolucionó desde una organización mutualista hasta convertirse en un poderoso sindicato revolucionario. Su crecimiento reflejó cómo el movimiento obrero chileno pasó de la ayuda mutua a la lucha sindical y política.