Las instituciones culturales y la utopía marxista
Marx sostiene que cuando cambia el sistema económico de una sociedad, también se transforman sus "superestructuras": la política, el derecho, la religión, la filosofía y el arte. Estas instituciones no son neutrales, sino que se desarrollan para servir a los intereses de la clase dominante, promoviendo sus valores y desviando la atención de las realidades políticas.
A diferencia de Hegel, que creía que el espíritu de cada época (Zeitgeist) estaba determinado por un "espíritu absoluto", Marx afirmaba que son las relaciones económicas y sociales las que definen las ideas y la conciencia de individuos y sociedades. No son las personas quienes dan forma a su época, sino la época la que define a las personas.
En el Manifiesto, Marx predice que el sistema capitalista no es solo explotador sino inherentemente inestable, lo que llevaría a crisis comerciales cada vez más graves, mayor pobreza para los trabajadores y finalmente al surgimiento del proletariado como clase revolucionaria. Con el desarrollo tecnológico, aumentaría el desempleo y se produciría una división radical de la sociedad: una gran masa empobrecida frente a unos pocos poseedores de los medios de producción.
🔑 ¡Concepto clave! Para Marx, la revolución proletaria no sería como las anteriores. Por primera vez en la historia, la clase revolucionaria representaría a la mayoría de la humanidad, no a una minoría que simplemente busca sustituir a la clase dominante anterior.