Evidencias de la Evolución
¿Alguna vez te has preguntado cómo sabemos que las especies han evolucionado? Los fósiles son nuestra primera pista. Son restos de organismos conservados en rocas sedimentarias u otros materiales con más de 10.000 años de antigüedad. Pueden ser huesos, dientes, huellas o cualquier indicio de un ser vivo del pasado.
Los fósiles pueden encontrarse de diferentes formas. Los petrificados son restos que se han unido a minerales y se han vuelto como piedras. Los moldes ocurren cuando un organismo blando queda atrapado en el suelo y solo deja su forma al descomponerse. Las inclusiones son organismos atrapados en materiales que los preservan, mientras que las impresiones son huellas dejadas en materiales blandos.
La anatomía comparada estudia similitudes y diferencias entre organismos. Las homologías son estructuras con el mismo origen pero diferentes funciones, como las aletas de delfines y las alas de murciélagos (ambas derivadas de un ancestro común). En contraste, las homoplasias son estructuras con diferentes orígenes que cumplen la misma función debido a presiones ambientales similares.
💡 ¡Dato interesante! La próxima vez que veas un esqueleto de ballena, fíjate en sus "manos" ocultas - ¡tienen los mismos huesos básicos que tu mano!
La embriología comparada revela que organismos relacionados tienen etapas de desarrollo similares. Mientras más tardan en diferenciarse durante el desarrollo embrionario, más cercanos están evolutivamente. Por ejemplo, todos los vertebrados muestran características similares como cola temporal y arcos branquiales en etapas tempranas.
Las pruebas bioquímicas son más recientes y comparan proteínas y ADN para establecer relaciones evolutivas. Finalmente, la biogeografía estudia cómo las especies se distribuyen geográficamente, como los marsupiales en Australia y Chile, o felinos similares en diferentes continentes, indicando ancestros comunes.