Resistencia y Flujo Aéreo
La resistencia al flujo de aire es otra propiedad fundamental del sistema respiratorio que influye directamente en la eficiencia de la ventilación. Esta resistencia se define como la relación entre la diferencia de presión (ΔP) y el flujo de aire (Q), y viene determinada principalmente por el diámetro de las vías aéreas.
Según la ley de Poiseuille, la resistencia al flujo es inversamente proporcional a la cuarta potencia del radio del conducto. Esto significa que pequeñas reducciones en el diámetro bronquial (como ocurre en el asma o la EPOC) pueden aumentar dramáticamente la resistencia al flujo aéreo, dificultando la respiración. Por ejemplo, una reducción del 50% en el diámetro de un bronquio aumenta la resistencia ¡16 veces!
El tipo de flujo aéreo varía a lo largo del árbol bronquial. En las vías aéreas de mayor calibre como la tráquea y los bronquios principales, el flujo es turbulento, caracterizado por ser rápido y desorganizado. A medida que el aire avanza hacia bronquios más pequeños, el flujo se vuelve transicional y finalmente laminar en los bronquiolos y alvéolos, donde es lento y ordenado, facilitando el intercambio gaseoso.
El surfactante pulmonar desempeña un papel crucial no solo en la compliance sino también en la resistencia. Al reducir la tensión superficial, disminuye la tendencia de los bronquiolos pequeños a colapsarse, manteniendo una baja resistencia al flujo de aire, especialmente durante la espiración.
💨 La mayor parte de la resistencia al flujo aéreo (cerca del 80%) se encuentra en las vías aéreas medianas y grandes (hasta la séptima generación bronquial), no en los pequeños bronquiolos como se podría pensar intuitivamente. Esto explica por qué las técnicas de broncodilatación son efectivas en enfermedades como el asma.