Vías respiratorias y pulmones
El aire que respiramos realiza un viaje fascinante por nuestro cuerpo. Todo comienza en la nariz, donde el aire se calienta, humedece y los vellos atrapan impurezas. ¡Tu nariz es como un filtro natural!
Después, el aire pasa por la faringe, un tubo muscular que conecta la cavidad nasal y la boca con la laringe y el esófago. La faringe funciona como un camino compartido tanto para el aire como para los alimentos. La laringe contiene las cuerdas vocales y está protegida por la epiglotis, que evita que la comida entre a la tráquea cuando tragas.
El viaje continúa por la tráquea, un conducto de 12 cm formado por anillos cartilaginosos que se mantienen abiertos. Luego, se ramifica en los bronquios, que entran a los pulmones y se dividen en bronquiolos más delgados hasta terminar en los alvéolos pulmonares, donde ocurre el intercambio de gases.
💡 ¿Sabías que tus pulmones contienen millones de alvéolos? Si los extendieras, ¡cubrirían la superficie de una cancha de tenis!
Los pulmones son órganos esponjosos protegidos por la pleura, una membrana que los rodea y facilita su movimiento. No forman parte directamente de las vías respiratorias, pero contienen los bronquios, bronquiolos y alvéolos donde se produce el intercambio gaseoso con la sangre.