Epistemología Contemporánea
La epistemología actual ha abandonado la búsqueda de un método científico universal y perfecto para abrazar una visión más flexible, crítica y contextual del conocimiento. Esta transformación es crucial para entender cómo se construye el saber en el siglo XXI.
La subjetividad, antes considerada un obstáculo para el conocimiento objetivo, ahora se reconoce como parte integral del proceso cognoscitivo. Todo conocimiento parte de un sujeto con historia, cuerpo, cultura y contexto específicos. Esto es particularmente importante en las ciencias sociales, donde el investigador forma parte del mundo que estudia. Cuando analizas fenómenos sociales, no puedes pretender ser un observador neutro y desapegado.
Según Noira, el conocimiento es una relación entre un sujeto que conoce y un objeto por conocer, mediada por el lenguaje, la historia y el contexto social. Esta visión supera la falsa dicotomía entre objetivismo absoluto y relativismo total: el conocimiento es construido y situado, pero no por eso arbitrario o inválido.
Mario Bunge representa una posición intermedia con su realismo crítico. Para él, el conocimiento debe ser sistemático, racional y contrastable, pero siempre consciente de su provisionalidad. No existen verdades absolutas, pero sí podemos aproximarnos progresivamente a la realidad mediante la construcción rigurosa de teorías.
💡 La epistemología contemporánea es como un mapa en constante revisión: reconoce que nunca tendremos la imagen completa y perfecta del territorio, pero eso no significa que todos los mapas sean igualmente válidos o útiles.
Un aspecto fundamental de las epistemologías actuales es el reconocimiento de la relación entre conocimiento y poder. Lo que se investiga, cómo se investiga y qué se publica responde a intereses sociales, económicos e ideológicos. Las ciencias, especialmente las sociales, no pueden pretender neutralidad absoluta, sino que deben ser conscientes de su rol en la transformación o reproducción del mundo social.
La película Matrix sirve como alegoría perfecta de esta visión epistemológica: vivimos inmersos en sistemas que determinan qué podemos ver y conocer. "Tomar la pastilla roja" representa el acto de cuestionar los marcos conceptuales dominantes para reconstruir el conocimiento desde una perspectiva crítica. Esta metáfora nos recuerda que el verdadero conocimiento implica cuestionar lo que damos por sentado.