Imperio, colonialismo y sus consecuencias
El imperio británico se convirtió en la potencia dominante del siglo XIX gracias a su fuerza naval y avances tecnológicos. Controlaba territorios estratégicos como India, Hong Kong y el canal de Suez, asegurando su acceso a recursos en todos los continentes. Las potencias europeas justificaron su colonialismo basándose en el nacionalismo y la idea de progreso, dominando territorios para explotar sus recursos.
La Conferencia de Berlín (1885) representó el punto culminante de esta mentalidad: potencias europeas se reunieron para repartirse África, trazando fronteras sin considerar a las poblaciones locales. Este proceso dejó cicatrices profundas que perduran hasta hoy.
El progreso material y científico europeo escondía contradicciones fundamentales: desigualdad, racismo y exclusión. Mientras Europa celebraba sus avances, millones de personas sufrían explotación tanto en el continente como en las colonias. La competencia imperial entre potencias eventualmente llevaría a conflictos devastadores, cuestionando la idea misma del progreso indefinido.
La revolución industrial y el paradigma del progreso transformaron radicalmente el mundo. Si bien trajeron avances tecnológicos y mejoras para algunos sectores, también generaron profundas contradicciones que aún hoy repercuten en nuestras sociedades. Comprender esta historia nos ayuda a analizar críticamente el modelo de desarrollo occidental y sus consecuencias.
¡Piénsalo! Las fronteras actuales en muchos continentes son resultado directo del reparto colonial europeo. ¿Cómo crees que esto afecta todavía hoy a las relaciones entre países y a los conflictos internacionales?