Origen y desarrollo de la civilización romana
Roma comenzó como un humilde asentamiento en el centro de Italia y evolucionó hasta dominar todo el Mediterráneo. La civilización romana se nutrió de las tradiciones de muchos pueblos que habitaban la península etruscos, sabinos, umbros, latinos, griegos y fenicios. Entre todos estos grupos existió tanto cooperación como conflicto.
El territorio donde floreció Roma tiene características geográficas distintivas. La península itálica está atravesada de norte a sur por los montes Apeninos, mientras que los imponentes Alpes la protegen por el norte. Ríos como el Po y el Tíber, aunque no muy caudalosos, facilitaron la comunicación y el establecimiento de ciudades.
El clima mediterráneo de la región fue ideal para el desarrollo romano. Con inviernos suaves y veranos calurosos, los romanos pudieron cultivar cereales, vid, olivo, frutas y hortalizas que constituyeron la base de su economía. También aprovecharon los recursos minerales del norte y centro de la península, especialmente hierro y cobre.
💡 ¿Sabías que? Durante la República 509−27a.C., Roma pasó de ser una ciudad-estado a controlar casi todas las costas del Mediterráneo, convirtiéndolo en lo que llamaban "Mare Nostrum" (Nuestro Mar).