Aportaciones históricas a la evaluación educativa
A lo largo del último siglo, numerosos autores y entidades han contribuido significativamente al desarrollo del concepto de evaluación educativa:
En 1887/1898, J. Rice realizó la primera evaluación formal educativa en América, estableciendo bases para futuros desarrollos. Henry Fayol (1916) demostró que en todas las organizaciones existen funciones fundamentales como prever, organizar, dirigir, coordinar y controlar, conceptos que serían aplicados posteriormente a la evaluación educativa.
Ralph Tyler (1942), considerado el padre de la evaluación educacional, centró su enfoque en el uso de objetivos claramente definidos mediante instrumentos de evaluación apropiados. Entre 1943-1945, el Ejército de Estados Unidos utilizó masivamente tests psicológicos, abriendo camino para aplicarlos en contextos educativos.
Durante las décadas de 1960-1970, autores como Bloom, Mager y Stenhouse enfocaron la evaluación en valorar el cambio producido en el alumno como resultado de la formulación de objetivos educativos. Cronbach (1963) la concibió como proceso de recogida y uso de información para tomar decisiones, mientras que Stufflebeam (1971) defendió la necesidad de evaluar metas y analizar servicios.
En años posteriores, surgieron conceptos fundamentales como la evaluación iluminativa (Parlett y Hamilton, 1972), la metaevaluación (Scriven y Stufflebeam, 1978), el profesor como investigador (Stenhouse, 1982) y la autoevaluación (Elliot, 1982). Más recientemente, Castillo Arredondo (2002) propuso un enfoque sistémico donde la evaluación regula tanto procesos de aprendizaje como de enseñanza.
💡 La estructura básica de la evaluación no cambia, aunque puedan variar sus circunstancias: el momento (cuándo), las funciones (para qué), los contenidos (qué), los procedimientos (cómo) y los ejecutores (quiénes). La evaluación siempre actúa en un contexto específico con finalidades formativas concretas.